Aliaa Elmahdy


via: pulsociudadano.com

El soldado Bradley Manning (10a División de Montaña, 2a brigada de Equipo de Combate, 23 años, nacido en Crescent, Oklahoma) pasó nueve meses en la cárcel militar de Quantico, Virginia, en una reclusión extremadamente dura: vigilado 24 horas diarias por cámaras de televisión, privado de los lentes que usa por prescripción médica, desnudo y encerrado en una celda vacía. El gobierno de Washington lo acusa de haber puesto al desnudo, por medio de WikiLeaks, algunos de los crímenes de guerra cometidos por las tropas estadunidenses en Irak y Afganistán. El propio Julian Assange, fundador de WikiLeaks, lleva más de un año en régimen de libertad condicional, con un grillete electrónico pegado al tobillo, por haber desnudado la manera en que el imperio mundial gestiona sus colonias, la Unión Europea incluida. Desnudar al poder es un acto subversivo de los más penados. No siempre se logra por medio de revelaciones y filtraciones de secretos de Estado, sino también usando el cuerpo propio como un espejo.

Eso fue lo que hizo hace unos días Aliaa Elmahdy, una chavita egipcia que se retrató en cueros y colgó las fotos correspondientes en las redes sociales, en protesta por el racismo, el sexismo, la violencia, la hipocresía y el acoso sexual en la sociedad de su país. Una organización de expertos en derecho islámico pidió que Aliaa reciba un castigo ejemplar, algo que vaya de 80 latigazos, mínimo, a la pena de muerte. Tal vez sea una suerte de fatwa, una orden de ejecución que cualquier buen ciudadano tendría que cumplir en cualquier momento, en cualquier parte del planeta. Fue lo que padeció el escritor Salman Rushdie por una de sus novelas en la que salía Mahoma en alguna situación inconveniente. O Assange, para quien la inefable Sarah Palin pidió que fuera cazado como un talibán más. Aliaa tiene cara de ser una chava como cualquier otra, y posiblemente lo sea. Su perfil de Facebook indica que estudia comunicación en la Universidad de El Cairo, que tiene novio, que le gustan Lennon y los Pitufos.

Quién sabe si su protesta es genuina o si la hizo para ganar seguidores y fans a puñados. La motivación es lo de menos porque el propósito –desnudar a un poder empeñado en taparse hasta los ojos con trapos negros– se ha cumplido. Hace un par de días 50 mujeres de Israel formaron el grupo “Amor sin fronteras” para solidarizarse con Aliaa. “No importa que seamos judías, árabes, heterosexuales o lesbianas” –escribieron–. Enseñemos a los que dudan que nuestro discurso internacional no depende de los gobiernos”. Acto seguido, se encueraron, se tomaron una foto y la subieron a varios sitios.

Ojalá que, con o sin desnudo, se le multipliquen las manifestaciones de apoyo y simpatía. “¿Y qué?”, diremos desde México. Hace 25 años unos mineros de Pachuca se hicieron fotografiar por los medios, como Dios los trajo al mundo, en protesta por las condiciones laborales que padecían. Y en fechas más recientes, hombres y mujeres de los 400 Pueblos anduvieron exhibiéndose desnudos, durante meses, para denunciar atrocidades gubernamentales en Veracruz, y enfrentaron sólo con la piel las bromas majaderas de automovilistas y el desdén de funcionarios. Pues sí. Aquí la desnudez ha perdido su potencial explosivo. Pero no se alegren, no es porque seamos una sociedad liberal o liberada, sino porque en México el poder carece de pudor.

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